La violencia se enseñorea en Chihuahua


Valentín Ramírez Llanes

Apenas vamos saliendo de una cuando llega otra. Me refiero a las agresiones contra mujeres, y en general la violencia que en últimas semanas se ha desatado en Chihuahua.
El secuestro primero, y la muerte después de la jovencita universitaria Esperanza Chaparro, encontrada tirada en Nombre de Dios, que trató de ser presentada burdamente por el fiscal como un suicidio, es muestra denigrante de la falta total de respeto a la vida y especialmente de la consideración a las mujeres por cuestión de género, incluyendo el negro regreso a investigaciones nefastas.
Vivimos racha de feminicidios y situaciones aberrantes, donde apenas en un mes, otra jovencita fue asesinada después de haber sido violentada sexualmente, y no conforme con esto, apenas encontraron el cuerpo de Esperanza, luego de dos semanas de estar desaparecida.
Las agresiones contra mujeres se multiplican, al darse otro sangriento hecho donde están involucradas tres féminas: la madre, la hija y la abuela, que sanguinariamente fueron baleadas durante un asalto en la ciudad y se encuentran graves de salud. Y de última hora, el cuerpo de una mujer mas sin vida, al ser encontrado en su casa atada de pies y manos con una bolsa de plático sobre sus cabeza, esto en la colonia Colinas del Sol.
Lo peor de toda esta violencia desatada, es que las autoridades registran los hechos, dicen investigar con sustento científico, hacen declaraciones al viejo estilo tratando de justificar un posible suicido en el caso de Esperanza, anuncian una carta encontrada en el lugar de los hechos, de la que no se da explicación clara, simplemente se dice que revela problemas personales, no la presenta y finalmente se da la impunidad en la que quedan las investigaciones, como está pasando con la adolescente Lizeth Berenice Chavira, estudiante de secundaria, que a más de dos semanas de haber sido encontrada muerta, la Fiscalía no ha dado una sola línea de investigación, ni reporte de avances, que deja marcadas a las familias y la ciudad con el sello de la impunidad.
La violencia no para en estos hechos,  a propósito de la recién inaugurado Memorial y Estatua del policía caído, en la región de Parral encuentran un policía ejecutado al estilo del crimen organizado. Luego en el Centro Comercial Fashion Mall, que se supone uno de los centros más vigilados de la ciudad, se registra un atraco en pleno día, ante multitud de gentes que acuden a realizar compras, someten a guardias de seguridad privados que portaban armas cortas para no asustar a la gente, y se llevan la friolera de un millón de pesos, sin que a la fecha se tengan datos, causas y menos la detención de los supuestos criminales que realizaron la ejecución.
Y aún hay más, al registrarse de manera increíble la ejecución de un guardia de seguridad en un fraccionamiento exclusivo, donde luego de someter a los vigilantes acostarlos en el piso, entraron a buscar a una persona, al no encontrarla y checar que el guardia apuntaba presuntamente las placas del vehículo en que los delincuentes viajan, recibió a mansalva varios impactos que le quitaron la vida.
Eso sí, todo mundo, hablando de las autoridades policiacas, se lamentan de que gente de Culiacán este haciendo una apología en la defensa del Chapo Guzmán, luego de dos marchas donde se pide la liberación del detenido, lo cual deja en claro las muestras contradictorias de lo que sucede en materia de delincuencia y crimen.
Las autoridades y funcionarios están contrariadas por este apoyo a un delincuente probado, declaraban en entrevistas, en tanto que en las marchas los manifestantes portaban pancartas y se arriesgan a salir a la calle, sin atender las amenazas que las autoridades realizaron contra las manifestaciones. El Chapo apoyaba más que las autoridades a la gente, se leía. Las autoridades son peor que el Chapo y andan en libertad, afirmaban.
Lo cierto es que la violencia en Chihuahua se ha plantado, y por lo que se ve, no hay por lo visto quien la pare.

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