EL SNTE


Por Avelino Soto Ugalde

Mucho tiempo tendrá que transcurrir para que la opinión pública y el pueblo de México, se convenzan de que lo ocurrido con la maestra Elba Esther Gordillo Morales, lideresa del SNTE, es realmente el inicio de una transformación a fondo de la vida política de éste país en general y de la educación en lo particular, impulsada por parte del gobierno de Enrique Peña Nieto. Sin embargo, para que esa convicción se haga realidad, ésta acción que se inicia con el Sindicato de maestros, tendrá que ser respaldada con otras muchas medidas “anticorrupción” en los demás sindicatos y en la propia administración pública en los tres niveles de gobierno.
Sólo de esta manera se podrá concluir que efectivamente existe el propósito de darle un nuevo rumbo al país en general y en particular a la vida de los sindicatos. Lo que hasta ahora nos enseña la historia del sindicalismo mexicano, por ejemplo, es que las direcciones de las organizaciones de los trabajadores, solamente hacen lo que el gobierno les ordena, pues para eso el gobierno las ungió de poder y no el voto de los agremiados, siendo entonces una tarea primordial de dichas camarillas, garantizar al gobierno, el control político de los trabajadores.
La tarea de control mientras la realizan bien, el gobierno la consiente y las recompensa con creces.
La vida sindical independiente de los trabajadores de este país respecto del gobierno, fue muy breve.
En el caso de los maestros, hasta antes de 1943, año en que se creó el actual SNTE, existían en el país numerosos pequeños sindicatos de profesores, mismos que el gobierno de Ávila Camacho se propuso unificar en uno solo. Al iniciarse la vida de esta organización sindical magisterial, eligió con independencia y democráticamente a su primer dirigente nacional en la persona del Profesor Gaudencio Peraza, mismo que fue destituido inmediatamente por el gobierno, consciente de que Peraza era un representante auténtico de los intereses de los trabajadores de la educación del país.
A partir de este hecho, la capa dominante no cesó en su tarea de tener el control político de las organizaciones sindicales y no sólo del magisterial, sino de todos los sindicatos al precio de atropellar la voluntad e independencia de los educadores, los obreros y los campesinos.
El primer cacique que se le impuso al magisterio nacional fue el Ingeniero Jesús Robles Martínez. Este cacicazgo reinó por más de 20 años, impuso siete secretarios generales en el Comité Nacional, iniciando con Manuel Sánchez Vite, Enrique W. Sánchez, Alfonso Lozano Bernal, Alberto Larios Gaytán, Edgar Robledo Santiago, Felix Vallejo Martínez y Carlos Olmos Sánchez.
A ciencia y paciencia de cuatro presidentes o sexenios, Robles Martínez hizo con la educación, con los educadores y con sus cuotas sindicales todo lo que le ordenaron los presidentes de su época.
Con Carlos Olmos Sánchez, terminó el dominio de Robles Martínez en el sindicato de maestros. Por orden de Luis Echeverría Álvarez el 22 de septiembre de 1972, Carlos Jonguitud Barrios, pasó a ser el nuevo dueño del sindicato de maestros, desempeñando ese papel hasta abril de 1998, en que lo destituyó Carlos Salinas de Gortari, para colocar en su lugar a la maestra Elba Esther Gordillo Morales.
Durante su reinado, Carlos Jonguitud Barrios en sus casi veinte años de dominio, impuso como secretario general del comité nacional hasta a su propio yerno, Ramón Martínez Martín.
A estos cacicazgos como siempre, los gobiernos ya sean priístas o panistas, les han dejado en sus manos la educación de éste país, para que la manejen como ellos quieran, a cambio de que le garanticen el control político de los trabajadores, renunciando así como gobierno, a la rectoría Constitucional de la educación. Para prueba el siguiente botón: al momento de la detención de la profesora Gordillo, se estima que por lo menos veinte de los secretarios de educación de otros tantos estados, habían sido impuestos por ella. A manera de marcar diferencias entre estos cacicazgos, es válido afirmar que a Robles Martínez y a Jonguitud los destituyeron en su momento por ineficientes en cuanto que ya no pudieron garantizarle al gobierno el control  político de los trabajadores de la educación.
A la maestra Gordillo la destituyó Peña porque ella controlaba al magisterio pero para “su santo”: retiró al PRI los votos del magisterio y los puso al servicio del PAN o los utiliza en su provecho para su partido, el PANAL.
¿Quién convirtió en una mujer superpoderosa a la maestra Gordillo? ¿Es ella la única responsable?

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