Las consagraciones de la primavera


No nos referimos a la “Consagración de la Primavera”, de Igor Stravinsky, cuyo estreno, del que se cumplen cien años, conmocionó la música y la danza contemporáneas, sino a  las consagraciones que se han vivido en Chihuahua durante esta primavera, previas a las elecciones locales del próximo siete de julio.  Consagración o satanización, parece ser la consigna en Chihuahua.
La primera, que ya comentamos en este espacio,  es la consagración que el gobernador César Duarte hizo del estado a los “Sagrados corazones de Jesús y de María” el pasado mes de abril ante miles de fieles y los obispos de las diócesis católicas chihuahuenses.  Si según las versiones oficiales, dicho acto público fue hecho a título personal, entonces ¿qué representatividad  y qué derecho tiene el ciudadano Duarte para consagrar por su voz a casi tres millones y medio de habitantes de su estado?  No sólo viola la ley de culto público sino atropella la sensibilidad de buena parte de la población.
El gobernador y los obispos supieron calcular muy bien la oportunidad, el “timing”,  de dicha consagración. Dirán que fue por ser tiempo de Pascua. Pero tal vez no  fue el calendario litúrgico lo que preocupó a Duarte, sino el electoral: nada mejor  para preparar el “carro completo” del próximo domingo 7 de julio –séptimo después de Pentecostés– que mostrarse como un gobernante católico y practicante, al menos de ritos masivos. En este sentido podría parecer que, como dicen los jóvenes “se llevó a los obispos al baile”… si no fuera porque dos mil años de experiencia aconsejan muy bien a los obispos para llevarse también ellos su tajada de poder.
Ahí no terminaron las consagraciones. Han seguido si las queremos entender como lo entiende la Real Academia Española en la quinta acepción del término consagrar: “Dedicar con suma eficacia y ardor algo a determinado fin.” Tal vez se podrá dudar de la eficacia, pero nadie podrá cuestionar el ardor con que varios partidos políticos chihuahuenses buscaron y lograron aliarse al gobernador y a su partido en estas elecciones.
En una muy complicada maniobra para la ciudadanía que trate de entenderla y sencilla para los partidos que quieran sacar provecho de ella, se realizaron doce, sí doce tipos de coaliciones, candidaturas comunes para ayuntamientos, síndicos y diputaciones locales que en casi todos los casos significan alianzas con el PRI, por parte del PANAL, del PVEM, del PT y…del PRD.
En 28 municipios van juntos, en coalición o en candidaturas comunes con el PRI, el PANAL, el PVEM y el PT.  En otros veintisiete municipios el PRI también va en alianza con el PANAL y el PVEM sin estar el PT. En otros cinco van con el PRI, el PANAL y el PT; pero no EL PVEM. Para no seguir confundiendo al sufrido lector puede decirse que el PANAL, el PVEM y el PT se colgaron del PRI, en casi la totalidad de las fórmulas para elecciones de los 67 ayuntamientos y las 67 sindicaturas del estado y en muchos distritos electorales. Los nombres de las coaliciones abundan, como: “Unidos por Delicias”, “Unidos por más progreso”, etc. etc.
Con el PRD la situación aún no está totalmente definida, aunque la dirección estatal insiste en varias alianzas con el PRI, sobre todo en el municipio de Chihuahua y en primer distrito, la dirección nacional sigue aparentemente oponiéndose a tal alianza. Los dueños estatales del PRD dirán que si los del nacional pactan con el PRI, por qué no habrían de hacerlo ellos. No les importa que les cueste lo que restaba de su imagen pública y la renuncia de casi la totalidad de sus ex dirigentes estatales y exdiputados y exdiputadas, como los que acaban de hacerlo públicamente, o los que antes se fueron al MORENA.
La cargada de todos estos partidos a favor del PRI y del gobernador no tiene el mínimo sustento político o ideológico. Ni siquiera un pacto pragmático que asegure algunos avances para Chihuahua. Detrás de él está el propósito de asegurar puestos de elección popular para las burocracias y dinastías de los diversos “partidos”, que por cierto hoy disponen más recursos del mermado erario público para realizar campañas más cortas. Una somera revisión de las candidaturas revela los mismos apellidos, las mismas familias, en una diferente sopa de siglas. Hay que aclarar que, no entraron a estos enjuagues el PAN y  el Movimiento Ciudadano.
¿Para qué tanta complicación?, ¿por qué tanta pirueta para encontrarles nombres tan diferentes a las coaliciones que sólo auguran más de lo mismo? Sería mucho más fácil no manejar sino una coalición y unas siglas: TOCAG: Todos consagrados –o sometidos–  al gobernador. Porque parece que esto es lo que se juega en Chihuahua el próximo siete de julio: la posibilidad o no de que el gobernador se lleve el carro completo y gobierne sin contrapesos político-partidistas.
Esta falta de contrapesos es preocupante no sólo en lo político, también en lo social.  A pesar de que la situación de Chihuahua es grave en cuanto a derechos humanos, según lo han señalado organismos internacionales como el Alto Comisionado de las Naciones Unidas, Amnistía Internacional o Human Rights Watch,  el gobernador y la Fiscalía se niegan expresamente a reconocer las desapariciones forzadas en nuestro estado  y siguen acusando a organizaciones derechohumanistas como el CEDHEM de “inventar las desapariciones” para acudir a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.   Si a los disidentes sociales no se les puede cooptar como a los políticos, se les descalifica, se les sataniza.
Stravinsky vino a revolucionar la música: las  consagraciones de la primavera chihuahuense vienen a involucionar la política. Si en Tijuana hay serias preocupaciones por el apagón analógico; en Chihuahua lo que preocupa es el apagón democrático.

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