A 110 años de Guantánamo
Hacia 1868 Carlos Manuel de Céspedes, “El padre de la patria cubana” un símil diferente, pero igualmente grande del cura Hidalgo, acompañado de otro símil tan inmenso como Morelos, de nombre Ignacio Agramonte, iniciaron el camino de la independencia cubana, independencia que no pudo ser consumada de la mano de estos y otros inmortales que les sucedieron como Máximo Gómez y “el titán de bronce” Antonio Maceo, o bajo la guía inigualable del intelectual de la revolución americana José Martí, ya que fue burdamente arrebatada por el imperio norteamericano, justo cuando los abnegados y ya cansados campesinos cubanos, habían logrado disminuir las resistencias españolas y estas se encontraban al borde de la rendición; ahí justamente apareció el oportunista yanqui para apoderarse de la gloria de todo el sufrido pueblo cubano.
Bajo el pretexto de que España había hundido el acorazado Maine, que por cierto es una de las más grandes farsas de la historia ficción estadounidense, ya que este en realidad fue saboteado por los mismos norteamericanos, decidieron intervenir en las hostilidades, enviando poderosos navíos para que fueran estos y no los cubanos los que se llevaran los honores. Lo más cínico fue que a espaldas de los cubanos pactaron la rendición de España, poniendo como condición entre otras cosas la apropiación de Puerto Rico y las Filipinas y desde luego la promesa de que renunciarían definitivamente a la isla de Cuba, para la cual los facinerosos yanquis ya tenían elaborados planes.
Uno de esos planes era imponer una serie de condiciones a la isla, contenidas en lo que ellos llamaron “Enmienda Platt” en honor de su creador el senador Orville Platt, mediante la cual los norteamericanos imponían a Cuba su presencia luego de la expulsión y derrota de los españoles hasta que dicha enmienda no fuera aprobada.
De la mano de la insípida burguesía cubana, de latifundistas e industriales azucareros lanzaron una campaña de desprestigio contra los independentistas cubanos, tachándolos de incapaces al no haber podido terminar la guerra contra España, en burdo irrespeto a los enormes sacrificios y sangre derramada por las mujeres y hombres isleños como Mariana Grajales, madre de Antonio Maceo quien ofrendó a la lucha a toda su familia, incluyéndose ella misma.
Apoyados en esta campaña consiguieron imponer la enmienda que entre otras cosas aseguraba a los Estados Unidos el derecho a intervenir en Cuba siempre que lo consideraran conveniente, además de exigirle la renta simbólica de su territorio para ahí construir una base naval que a través de los años se ha convertido en lo que hoy es el campo de concentración más ruin e inhumano del mundo “La cárcel de Guantánamo”.
Por casi 60 años disfrutaron de los beneficios de este desvergonzado acuerdo, convirtieron a la isla en un prostíbulo de su patio trasero, se apoderaron de tierras e industrias y saquearon todo cuanto pudieron saquear hasta el triunfo de la Revolución, cuando todos fueron expulsados, y otros más huyeron como cucarachas al ver como el barco, ¡su barco! se hundía para dar lugar a los expedicionarios del Granma. A partir de entonces Cuba se resiste a recibir el pago simbólico de ¡5000 dólares! que el gobierno norteamericano pagaba por la “renta” del territorio de Guantánamo. ¡Tremenda afrenta para los imperialistas que todavía esperan se cumpla a cabalidad los acuerdos de la enmienda Platt!
Aún esperan que Cuba acepte que por medio de esta enmienda los Estados Unidos decidan cual es el mejor gobierno para la isla. Esperan que Cuba regrese al estado de cosas donde los empresario e industriales norteamericanos eran los dueños de todo cuanto se movía y no en la Habana, Santiago o el hoy Cien fuegos.
Seguirán ocupando un pedazo de tierra sobre la cual han cavado cientos de tumbas para prisioneros sin nombre, podrán seguir mirando por la mirilla de sus armas el pasado que se resiste a morir, lo seguirán haciendo es cierto, ¡pero lo harán sentados! Donde sólo los mambises pueden darse el lujo de vivir de pie.
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