¡Tengan su austeridad!
Pero como llegó envuelto en una consigna peñanietista, no les quedó, cuando menos a los gobernadores del PRI, que tomar medidas de reducción en sus ingresos nominales. La idea de la austeridad en materia de economía llegó como una idea emparentada con el adelgazamiento del Estado para transitar a su mínima expresión, significando para la población sacrificios enormes en educación, salud y otros rubros de igual importancia. Y si bien el Estado se fue deteriorando y la pobreza creciendo, los sueldos de los burócratas de alto nivel se mantuvieron al alza, en claro desmentido a la visión juarista de una república en la que el funcionariado se atiene a la medianía en sus ingresos. Frase que sirve para discursos, más no para inspirar la nómina.
En México los funcionarios de todos los niveles, aparte de lo que ingresan a su patrimonio vía la corrupción, la parte mayor, se pagan con dinero público de origen fiscal lo que les viene en gana; no hay ni autocontención para moderar las ambiciones económicas ni mucho menos una ley que establezca topes o máximos en esta materia. Felipe Calderón a lo más quiso dejarnos una lección: que nadie gane más que el presidente de la república, pensando que le obedecerían aunque sólo fuera para aproximarse a su sueldo y nunca para adelgazar la rapiña galopante en el país.
Aquí en Chihuahua esta semana Duarte inició la etapa de la austeridad. No hace más que unas cuantas semanas había presentado el Presupuesto de Egresos con los sueldos que ahora se reduce. Uno se pregunta, ¿no sabían ya que son excesivos?, ¿necesitaron que Peña Nieto se los ordenara?, ¿o simplemente siguieron la táctica de la reetiquetación a que son tan proclives nuestros supermercados? No me gusta hurgar en cabeza ajena y por eso me atengo a referentes más concretos y específicos, que sirvan para generar una opinión en torno a esta materia, pues como ha fluido la noticia, poco o nada le dice a la sociedad, porque en esencia en todo esto hay engaño y vasta simulación. Los presupuestos en México son verdaderos jeroglíficos, instrumentos para grandes iniciados y entre más complicados menos permiten la transparencia y la rendición de cuentas.
César Duarte estaría realizando una especie de boteo burocrático para hacerse de un poco más de 1 mil millones de pesos, supuesta y generosa aportación que se llevarían unos cuantos privilegiados que hasta ahora han tenido la desvergüenza de parasitar con base en los impuestos que pagan los chihuahuenses. Pero hay más: el gobierno se pasa por el arco del triunfo al Congreso del Estado que es el único que puede modificar el presupuesto general y además lo hace evidente porque ya el Ejecutivo hasta distribuyó, de espalda a la representación política facultada, ese paquete de millones entre diversas dependencias. Es un hecho más de un gobierno estrictamente unipersonal y fuera de la Constitución.
Pero veamos algunos datos: Duarte Jáquez, gobernador de una entidad sin grandes complejidades administrativas, con una población de más de 3 millones de habitantes, sin incidencia en el andamiaje de las decisiones internacionales, sin estado de guerra con ningún otro país, sin oposición vertebrada que le contrapese, sin división de poderes que arroje balanzas, percibía hasta 2012 la cantidad mensual de 131 mil 348 pesos. Un sueldo superior al del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y notoriamente mayor al del presidente boliviano Evo Morales. Pero comparémoslo con los ingresos de otros dos presidentes latinoamericanos: Sebastián Piñera, de Chile, gana 55 mil pesos más, y Dilma Rousseff, de Brasil, 60 mil pesos más, por dirigir una de las economías más complejas del planeta. Ahora veamos los sueldos del presidente de Estados Unidos, Barack Obama: 413 mil 417 pesos; el de Francia, François Hollande, 244 mil 524 pesos; la canciller alemana, Angela Merkel, 270 mil 720 pesos. Y si bien es cierto estos sueldos son superiores a los del gobernador de Chihuahua, constituyen la tercera parte del primero, un poco más de la mitad del segundo y poco menos de la mitad del tercero y para nada se parecen las responsabilidades de los políticos mundiales con las del cacique de la Nueva Vizcaya, que nos presume su austeridad como si estuviera dividiendo la historia de la humanidad antes y después de César.
No es posible, pues, que un magistrado de Chihuahua gane más que un presidente de una república latinoamericana y menos admisible es el negro y profundo abismo que existe entre esta costra burocrática y los que se tallan haciendo el trabajo, con salarios vecinos del mínimo. Agregue a esto las zonas francas en las que la austeridad no llega a Chihuahua: nubes de suburbans para la élite, menú y barra libre en los restaurantes gourmet para los señores y señoras del poder, gastos en imagen y “comunicación”, gastos de la oficina del cacique, su avión que vuela a todas partes a ton ni son y aunque no tenga vela en el entierro, y desde luego los pagos a los bancos que devoran los ingresos por peaje de nuestras carcomidas y obsoletas carreteras. El PRI local obviamente que está en el presupuesto con partidas muy generosas, no adelgazables pero sí invisibles. Por ahí esta austeridad no pasó, y la que sí transitó, que supera los 1 mil millones, no servirá ni para paliar la creciente deuda pública, escandalosa según la prensa nacional, y todavía está por verse que ese monto llegue, porque no olvidemos que este gobierno ha sido de muchas pequeñas piedras y pocas obras.
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