ELECCIONES



Victor Orozco

Comienzo este razonamiento con el estado de Chihuahua, en cuya elección para gobernador tuve una participación intensa. Reafirmo la convicción de que hasta donde tengo conocimiento ningún candidato en la historia de esta entidad había realizado una campaña más penetrante y extensiva que Juan Carlos Loera, quien recorrió casi todos los municipios y caminó incontables kilómetros por las calles para hablar con los habitantes. Su voluntad política y su fortaleza física hicieron posible esta hazaña. No le favoreció la mayoría de los electores, pero en una carrera política la derrota es apenas un incidente, un hito al que le seguirán muchos otros. Debo agregar que conociendo a Loera desde hace más de dos décadas, su trabajo en esta campaña acrecieron mi respeto y amistad hacia su persona.

En el municipio de Juárez JCL obtuvo más votos que nadie, incluyendo a los candidatos a la presidencia municipal y superó a Maria Eugenia Campos por 17 puntos porcentuales. Esto no es poco, sino bastante, pues significa que en su tierra natal es apoyado por una inmensa mayoría de ciudadanos. Los obstáculos para votar en las inhóspitas colonias de la periferia, por el ardiente clima, la lejanía de las casillas, las dificultades del transporte entre otros factores han determinado siempre que el abstencionismo en Ciudad Juárez sea muy superior al del resto del país y por supuesto del estado. Y es allí donde se encuentran las bases de apoyo de MORENA. Revisando un grande número de casillas de estas zonas, se constata que Loera superó en una proporción de tres a uno a la candidata panista. Sin embargo, apenas un 38% de los posibles votantes acudió a las urnas, en contraste con el 50 o casi el 50% de otras ciudades.

En lo que a mí respecta, diré que fue un honor coordinar los equipos para redactar el plan de Gobierno y también los fueron todas y cada una de las experiencias en esta campaña. Los discursos pronunciados en pequeños pueblos o en las grandes ciudades, los diálogos con la gente, los debates y los cruces de opiniones, las numerosas nuevas amistades y el refrendo de muchas otras enriquecieron mi ya larga vida y la hicieron más placentera y merecedora de ser vivida. Hace varios meses, en los inicios de estas jornadas electorales, respondí a un viejo camarada de izquierda una cuestión: “Me preguntas la razón o razones por las cuales estoy apoyando la candidatura de Juan Carlos Loera a gobernador del estado de Chihuahua, postulado por MORENA. Si no aspiro a ocupar algún cargo público, me dices, carezco entonces de la principal motivación para involucrarme en actividades político-electorales. No es así -y tú lo sabes- también puede asumirse la actividad política como un compromiso altruista -en el más extenso sentido del concepto- y de lealtad a principios y a maneras de pensar en los cuales cada uno se ha formado”. Sigo en la misma. Ayudé a un hombre honrado en sus aspiraciones de servicio público y le deseo éxito en sus futuros proyectos. Colaboré de la mejor manera que pude con un gobierno general cuyas políticas públicas son benéficas para la mayoría del pueblo mexicano. Lo seguiré haciendo. Por ahora, me regreso a mis libros y a mis investigaciones.

La democracia es...la democracia. Y, en principio, no se debe hacer otra cosa que acatar la voz de las mayorías. Aunque hayan sufragado a favor de la corrupción.

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