Matar al candidato: Una novela gráfica que busca la verdad y mostrar el drama de hace 25 años
¿Quién mandó matar a Luis Donaldo Colosio? Esa pregunta continúa flotando en el ambiente incluso a veinticinco años del asesinato político de mayor magnitud en la historia reciente de México, cuyas investigaciones y pesquisas fueron tan surrealistas como para hacer palidecer a la más descabellada novela policiaca.
En Matar al candidato, F.G. Haghenbeck (autor de El diablo me obligó, en el que se basó la serie de Netflix Diablero) y Bef (autor de Habla María) se han dado a la tarea de realizar su propia investigación, en formato de novela gráfica, a través del personaje de Elsa, una joven periodista que recibe el encargo de escribir un libro sobre el tema.
Ciudad de México, 23 de marzo (SinEmbargo).– Un arma se apoya en la cara de Luis Donaldo Colosio, candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Después viene la detonación. A 25 años de distancia, Bef y Francisco Haghenbeck recuperan el sangriento episodio y crean Matar al candidato, una novela gráfica que ya puedes buscar.
“Nos interesaba porque es el asesinato más importante, de mayor impacto en la vida de todos los mexicanos en los últimos años. Es un caso sin resolver. Queríamos mostrar la fragilidad en la que vivimos en este país. Una fragilidad política, económica, institucional. Con un cómic no se puede hacer justicia, pero sí se puede buscar la verdad. En la novela no damos con el asesino, es una revisión documental del caso”, dijo Bef Fernández, historietista y diseñador gráfico mexicano, en entrevista con SinEmbargo.
“El cómic empieza y cierra con el asesinato de Álvaro Obregón. Los casos tienen similitud. Obregón ya era candidato electo. Él es asesinado, aparentemente, por un asesino solitario. Sonaba la canción del “Limoncito” cuando matan a Obregón, “La culebra” con Colosio. Tienen similitudes. 100 años después no hay explicación contundente de lo que pasó con Álvaro Obregón. No tenemos explicaciones del 68, del Halconazo, Aguas Blancas, Ayotzinapa…”, añadió Bef.
Francisco Haghenbeck se encargó de la historia, de las estructuración, de las palabras, de la creación de los personajes. Bef se ocupó de la parte visual.
Los autores añaden la historia de una joven investigadora, personaje que les permite acercarse a nuevos públicos. “De otra manera hubiéramos hecho un cómic documental como los de Rius. Tiene gran encanto, pero nosotros queríamos construir una novela gráfica”, expone Bef.
SinEmbargo comparte un fragmento de la novela gráfica Matar al candidato, de Bef y Francisco Haghenbeck: copyright: 2019. Adelanto publicado con el permiso de Sexto Piso.
***
Prólogo
Al entrar a la sala de operaciones del Hospital General de Tijuana, la cardióloga Patricia vio sobre la mesa de operaciones al candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional, Luis Donaldo Colosio Murrieta. Unos minutos antes había sido baleado.
Fue herido al terminar un mitin en Lomas Taurinas, un asentamiento irregular partido por un canal de aguas negras. La bala de un revólver calibre .38 le perforó la cabeza. Una segunda traspasó su chamarra color perla.
Patricia, una de las primeras doctoras que atendió al candidato, se dio cuenta de que todos los esfuerzos en el quirófano se concentraban en intervenir el abdomen; aunque a ella lo que le impresionó fue la herida de proyectil que vio detrás de su oreja y la cantidad de sangre que brotaba de ahí.
Fue al ver esa escena que se acercó a uno de los tres neurocirujanos que intervenían al político priista. Le pidió desesperada que por favor se abocara a controlar el sangrado que provenía de esa herida.
Pero Colosio, el candidato, murió aquella noche en la plancha del hospital público.
Unos días después, Patricia declararía ante el Ministerio Público Federal que durante el tiempo que permaneció en el quirófano se hicieron preguntas: ¿fue una bala? ¿Fueron dos? ¿Qué tipos de proyectiles causaron las lesiones?
El gobierno encabezado por el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari acalló ese rumor. Ahí no hubo más balas. La versión oficial sostuvo que el asesino fue un hombre llamado Mario Aburto Martínez, un solitario, un loco con personalidad limítrofe, un narcisista de veintitrés años que un día se despertó y decidió asesinar a un candidato presidencial. Le dio un tiro en la cabeza y, con el cerebro perforado, Colosio dio un giro de 90 grados y Aburto le dio el otro.
Fuera del quirófano donde murió Colosio había más preguntas: ¿fue una? ¿Dos balas? ¿Hubo varios Mario Aburto? ¿Fue el presidente? ¿Lo mandó matar su partido? ¿Fue por el discurso?
Han pasado más de dos décadas y lo mismo se pregunta otra mujer: Elsa, una aguerrida escritora, la protagonista de esta novela gráfica de true crime que han elaborado maravillosamente F. G. Haghenbeck y Bef en el momento justo. El 23 de marzo de 2019 se cumplen veinticinco años del asesinato ocurrido en 1994 y, aunque han pasado muchos años, el suceso continúa despertando las más increíbles teorías de la conspiración.
Esta novela gráfica alberga una combinación perfecta: visualmente, está plagada de detalles de aquella época. La gráfica de Bef te remonta a aquel día: hasta el mitin, la multitud, el revólver, el sonido seco, la música, la culebra, la sangre roja en la tierra pedregosa. Nos lleva también hasta la celda de tres metros en el penal de Almoloya de Juárez, donde vive desde hace veinticinco años un hombre del que nada se sabe: Mario Aburto. Nos ilustra a ese puñado de priistas que, desesperados, trataron de convencer de que ningún complot se fraguó desde el poder, quienes a pesar de ello continúan perseguidos por las sospechas.
Narrativamente, está compuesta por diálogos que, aunque son de ficción, están llenos de verdad: la narración de los hechos, los involucrados, la historia contada a través de Elsa y escrita con esa perfecta capacidad narrativa de F. G. Haghenbeck se convierte en una novela histórica, que nos deja con esta sensación de que, veinticinco años después del asesinato de Colosio, no hay certezas en torno al mismo.
Laura Sánchez Ley, periodista, autora de Aburto: testimonios desde Almoloya, el infierno de hielo.
0 comentarios: