La mosca en la pared

LA VERDAD DISFRAZADA DEL SNTE

Oder Yemal Santana
Dicen que la verdad no existe, que es tan solo una ilusión, una aspiración ética. Lo cierto es que nadie puede a ciencia cierta tomarla con las manos y decirnos: “Aquí está, esta es la verdad única, auténtica e indivisible”. Esto no obstante no nos exime de responsabilidad, de compromiso, de culpa incluso, por no buscarla, por no dejarnos guiar por esa sensación de alivio y de descarga, de satisfacción.
El problema radica entonces en que la “verdad supuesta” no tiene una sola apariencia, se viste según las circunstancias, hay quien dice que por definición no existe una sola verdad, sino muchas, tantas como versiones de seres humanos, al menos de esos reproductores, esos que dicen ser los poseedores de LA VERDAD, que la imponen y la ofrecen sin garantía a sus reproducidos, quienes la reciben como la verdad única, como la verdad desnuda, como la verdad sin cortapisas, incuestionada.
Esa verdad es la que ofrece el SNTE; esa verdad es la que sostiene el mayor reproductor de ese instituto político, Alejandro Villarreal; esa verdad es a la que se rinden muchos trabajadores de SEECH, que la saben disfrazada, pero temen cuestionarla, temen cuestionar a quien la sostiene porque la historia del SNTE se ha construido de verdades disfrazadas, de simulaciones y mayormente de mentiras impuestas como verdades.
Alejandro Villarreal, líder de la Sección 8ª es uno de los más grandes simuladores, de los más grandes reproductores de la verdad disfrazada, de la verdad supuesta. Aparece vestido de indígena para la foto, pero se lava la mano luego de saludar a un Rarámuri, se luce ante las cámaras entregando juguetes a los hijos de los trabajadores para luego quitarles el sustento a los padres de estos por no rendirse a su voluntad. Villarreal escribe su propia historia por encargo, en libros a los que sólo debe ponerles su nombre, porque sabe, que nadie hablara nunca de él, nunca pasará a la historia por sus méritos, sino por el temor provocado en sus víctimas, por la verdad que se creo para sí y para aquellos quienes decidieron compartir su farsa.
La Verdad Sindical es tan falsa y tan obvia que Villarreal se ve grande ante Pedro Grullo, y si el segundo dejo la posteridad las “perogrulladas”, Villarreal podría dejar las Villarreadas, para definir lo obvio, la mentira obvia vendida como verdad desnuda, solo por golpe de autoridad.
Ahora mismo el SNTE despliega sus alas por todo los SEECH; amenaza, chantajea y reprime a quienes se atreven a cuestionarle, a ir contracorriente de la línea que marca “el charrismo”. El actual proceso electoral ha dejado de manifiesto que el sindicato no piensa desistir, no piensa perder años de prácticas corruptas y corruptoras. Acuden a los departamentos, se pasean por los pasillos a veces sin decir nada, dejando en claro que su sola presencia causa miedo. Algunos jefes de departamento, quienes se sostienen con alfileres, por haber sido puestos por anteriores dirigentes como Ezequiel Linares o Pablo Espinoza, ahora sirven obedientes a los lideres charros, con la esperanza de que esto les permita unos meses más de sobresueldos y compensaciones, o simplemente de esa sensación que les causa el poder de su puesto.
Las bases por otro lado, contrario a lo que se piensa, ¡No son cobardes! Hacen lo necesario para subsistir, cierran los ojos a veces, mienten en otras, se tapan los oídos para no escuchar; se tragan la verdad de sus líderes sindicales porque así se formaron, porque así mamaron e incluso muchos así nacieron en el servicio. No son cobardes porque serlo implica al menos una elección, pero muchos ni siquiera tienen esa posibilidad. Dudo que haya próxima una primavera para los Servicios Educativos del Estado de Chihuahua; dudo que pronto veamos un florecimiento de la conciencia y de la verdadera vocación de servicio, pero al menos, tengo la certeza de que en medio de los campos áridos del Sistema Educativo Estatal, existen pequeños indicios de un mejor mañana. Existen personas que en el presente proceso electoral están envalentonándose ante las mafias sindicales; personas que son íntegras, trabajadoras y que se interesan por el beneficio común antes que por el individual, personas que no se dejan intimidar y a las cuales les debemos al menos el derecho a ser escuchadas.

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