Los neoliberales del PRIAN, el Papa Francisco y la Teoría del “Derrame”


Víctor Quintana Silveyra

Desde 1982 se ha convertido en el caballito de batalla de quienes encabezan el gobierno federal, sean del PRI o del PAN.
Según ellos están muy lejanos en sus ideologías, pero han esgrimido los mismos razonamientos para justificar sus decisiones de política económica.  A esa estructura argumentativa –y eso es mucho concederle- le podríamos llamar “la teoría del derrame”.
Es una de las joyas del pensamiento único impuesto por los neoliberales desde fines de los años setenta y como todo él, resulta extremadamente simplista:  Según ella, es necesario adoptar tales y cuales políticas y decisiones en materia económica que al principio tendrán dolorosos costos para las mayorías, pero salvarán la economía nacional, la templarán para que luego se torne más competitiva en el ámbito internacional , vuelva a crecer y entonces, sólo entonces, los beneficios se van a derramar sobre las sufridas mayorías.
Al tomar posesión en 1982, en medio de la más terrible crisis económica hasta entonces, Miguel de la Madrid empleó esta teoría para implantar el primer paquete de ajuste estructural de la economía;  la volvió a utilizar Salinas en 1988 cuando impuso el segundo paquete, cuando negoció el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y cuando desnacionalizó la banca. Zedillo también se valió de la teoría del derrame para justificar las draconianas medidas que tomó cuando la crisis bancaria y financiera de 1994-95 precipitada por el error de diciembre, y cuando salvó a los bancos con la aportación de los contribuyentes por medio del FOBAPROA. Fox la balbuceó al dar continuidad a la política constrictora del mercado interno y Calderón tuvo que valerse de ella cuando su autoelogio del presidente del empleo le quedó tan grande como el saco militar en que se envolvió al lanzar el Operativo Michoacán.
Desde hace cuando menos treinta años los diversos titulares del Ejecutivo Federal nos vienen exhortando a aguantar la vara de las políticas anticíclicas y recesivas de su modelo económico a cambio de que en un momento dado –que nunca se da- los beneficios de la reactivación económica se derramen, generosos sobre todos los mexicanos. Sin embargo, todo esto ha sido o una farsa total o un fracaso completo, pues el poder adquisitivo del salario se ha derrumbado en un 75%, tres cuartas partes, desde 1983. El desempleo se incrementa cada año y no podemos emplear ni a la mitad de los jóvenes que llegan al mercado de trabajo. Alarmada, la OCDE acaba de decir que en México la desigualdad social es tres veces mayor a la del promedio de esa organización, pues el ingreso del 10% de la población más pobre del país cabe 25 veces en el ingreso del 10% más rico. El Banco Mundial señala que el número de pobres se mantiene en el mismo porcentaje de hace dos décadas: 52 de cada 100 mexicanos. Nuestra realidad salarial es mucho más precaria que la de casi cualquier país de América del Sur, somos el último o penúltimo lugar en América Latina en lo que se refiere a la disminución del número de pobres.
En conclusión, las promesas del derrame resultan tanto o más patéticas que las predicaciones de que hay que sufrir en esta vida para ganarse el cielo. Sólo que la argumentación religiosa es mucho más elaborada, tanto que Marx la llamó el opio del pueblo. Al lado de ella lo elemental de los razonamientos de los neoliberales de los gobiernos, de sus intelectuales y de sus “think tanks” ni siquiera llega a opio, sino más bien al “crack del pueblo”.
Todo esto viene a cuento porque las dirigencias priístas y panistas vuelven a utilizar la teoría del derrame para convencer a la ciudadanía  de la Reforma Energética recientemente aprobada, aunque la ciudadanía mayoritaria pero pasivamente la rechaza. Hay muchas dudas de la ciudadanía sobre las promesas de quienes entregaron nuestros hidrocarburos, el único derrame que se ve probable es el del crudo regado por todo el Golfo de México, como le sucedió al pozo de la Shell hace unos meses
Además de que la realidad de treinta años de políticas neoliberales es contrafactual a la teoría del derrame, el Papa Francisco acaba de publicar una formidable encíclica, “La alegría del Evangelio”,  donde pone en serio cuestionamiento dicha teoría desde el punto de vista ético-religioso. Compartimos aquí algunos de las ideas cruciales:
“…algunos todavía defienden las teorías del ‘derrame’, que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo…Esta opinión (la del derrame), que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante. Mientras tanto, los excluidos siguen esperando.”
“Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera”. De ahí que nieguen el derecho de control de los Estados,  encargados de velar por el bien común. Se instaura una nueva tiranía invisible, a veces virtual, que impone, de forma unilateral e implacable, sus leyes y sus reglas.”
“Hoy en el mundo se reclama mayor seguridad. Pero hasta que no se reviertan la exclusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los distintos pueblos será imposible erradicar la violencia. Se acusa de la violencia a los pobres y a los pueblos pobres pero, sin igualdad de oportunidades, las diversas formas de agresión y de guerra encontrarán un caldo de cultivo que tarde o temprano provocará su explosión”,
“Ya no podemos confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del mercado. El crecimiento en equidad exige algo más que el crecimiento económico, aunque lo supone, requiere decisiones, programas, mecanismos y procesos específicamente orientados a una mejor distribución del ingreso, a una creación de fuentes de trabajo, a una promoción integral de los pobres que supere el mero asistencialismo.”
Excelentes y profundos los razonamientos del papa jesuita. Ojalá los entiendan los funcionarios y los legisladores que se persignan con la cruz pero votan con la cartera.

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