EDITORIAL
Cuando faltan unos pocos días para que arranquen las campañas políticas para la renovación de alcaldías, síndicos y diputados, el aire empieza a enrarecerse y se van dando síntomas de que no serán lo tranquilas que muchos quisieran y por el contrario, predominará la guerra sucia entre los partidos políticos e incluso, al interior de ellos mismos.
La renuncia de militantes del PRD a ese partido, pone de manifiesto la inconformidad de distinguidos representantes de la izquierda, incluso líderes de ese partido, por la forma en que los actuales dirigentes están anteponiéndo sus intereses personales a los principios ideológicos del PRD promoviendo alianzas y coaliciones con el PRI, cosa que hasta hace poco tiempo parecería imposible pensar.
La situación en el PAN también muestra serias fisuras en varios frentes que comprometen el futuro del partido en los resultados del proceso electoral en puerta.
Ni Miguel Riggs en Chihuahua, ni Ma. Antonieta Pérez en Cd. Juárez la tienen fácil y si a esto agregamos los problemas internos a nivel nacional que trae Gustavo Madero con los Calderonistas y que lo han llevado a destituir a Cordero de la Coordinación del Grupo Parlamentario del PAN en la Cámara de Senadores, es de esperarse que a nivel estatal poco pueda hacerse para apoyar candidaturas locales, lo cual ya se vio en la visita de Madero a Cd. Juárez en el registro de su candidata María Antonieta Pérez cuya presencia sirvió de muy poco.
Por otro lado, el PRI, aunque más sutilmente, también presenta cuarteaduras por inconformidades de sus cuadros políticos en el reparto de suplencias, regidurías y sindicaturas, con las cuales el Tricolor con esas coaliciones, está garantizando la supervivencia de los “chiquipartidos”, con los pocos votos que le puedan sumar a la maquinaria tricolor, pero que con ello, los mantendrán atados de manos para poderlos utilizar como más le convenga al PRI y a su “titiritero mayor”, el gobernador César Duarte Jáquez.
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