La guerra de la droga y la experiencia china


Oder Yemal Santana/ Ahora que la Suprema Corte abrió el debate sobre la legalización de la mariguana, independientemente de que los diversos actores políticos y legislativos lo reconozcan o rechacen, esto ya está en el ojo público, y que bueno que fueron los magistrados quienes asumieron su papel con responsabilidad y ética legislativa, justamente ahí, donde los intereses partidistas y las posiciones personales de los diputados y senadores se habían impuesto para decir que ese tema jamás sería expuesto, tanto o más que el de la legalización del aborto, en las diferentes cámaras, al menos nadie quería correr el riesgo de ser el promotor de dicha iniciativa, salvo los perredistas quienes con facilidad promueven leyes progresistas pero, ante su insolvencia política y moral, sólo las pervierten y nulifican.

En el mundo varios países ya iniciaron con las reformas y leyes que permiten el consumo y la producción de la mariguana, apegados a sus propias circunstancias políticas, económicas y sociales, haciendo sus propios cálculos de riesgo. Pero en el mundo existe un antecedente de gran tamaño, al que pocos refieren por encontrarle pocas similitudes, pero que a mi ver, representa también, el mejor referente al que podemos nosotros acercarnos, “la experiencia China con el opio”

Cerca de 1,820 toneladas de Opio entraban a China cada año para 1836, y se decía que eran cerca de 15 millones de adictos. Este problema tenía consecuencias tremendas para la economía China, la moneda estaba totalmente devaluada, al igual que hoy el peso frente al dólar, pero lo más complicado era por un lado la enorme intoxicación de las gentes con Opio lo que daba pauta a que en el gobierno Imperial muchos se pronunciaran en contra del comercio y consumo del Opio y por otro el enorme problema que representaba el tráfico, la violencia que generaba y la gran corrupción que lo cobijaba.

Desde el siglo XVIII se había tratado de prohibir sin éxito, por lo que entre otras voces Hsü Nai-chi planteaba la necesidad de legalizar el comercio y consumo del Opio. Su propuesta no era muy distinta a la de los analistas de hoy en el sentido de que las prohibiciones no habían tenido gran efecto en el comercio y consumo del Opio, mientras que si habían generado corrupción y mafias, lo cual era mucho más negativo para el Imperio. 

Al igual que hoy, el gobierno era controlador, corrupto y déspota, y el emperador que un principio tolero la importación Inglesa del opio, con el fin de obtener importantes impuestos indirectos, finalmente rechazo cualquier intento por legalizarlo pronunciándose incluso por implantar la pena de muerte de los consumidores de Opio argumentando que la única forma de destruir ese comercio ilegal era eliminando de raíz el problema. 

Estaba claro para el imperio, que la guerra del Opio se ganaría aplicando mano firme a los contrabandistas (fueran nacionales o extranjeros) y ayudando a los consumidores a rehabilitarse, como hoy defienden los que se oponen a la legalización de la mariguana.

La diferencia con la realidad mexicana es que la decisión de combatir a los productores como a los distribuidores de opio, nacionales y extranjeros, particularmente ingleses, fue incorruptible y decidida, y tuvo una cabeza justo del tamaño de la obra, Lin Zexu. Hijo de un humilde miembro de la burocracia imperial. Este eligió la fuerza contra los comerciantes occidentales, confiscando toneladas de opio, para posteriormente ser destruido y arrestando y castigando a productores y distribuidores. Durante más de un mes, decenas de hombres mezclaron sal con opio para luego echarlo todo al mar. 

Lin Zexu incluso compone una oda dedicada precisamente al mar para pedir disculpas por ser contaminado con el opio incautado, demostrando así su mentalidad confuciana y la base moral de su decisión, y la importancia del concepto de armonía del todo. 

Hoy en día el trabajo de Lin Zexu es recordado y desde ese momento el 26 de junio es el Día Internacional, dedicado a él, es decir a la lucha contra el narcotráfico.

Volviendo a nuestro caso, no hay reglas correctas o incorrectas, lo importante es que al igual que Lin Zexu, se requiere primero una base moral, real y no simulada y retrograda que soporte el tamaño de la obra, y segundo, que sea cual sea, el combate frontal o la legalización, la tarea se haga, con decisión, con valentía y libre de corrupción. Lin Zexu en sólo un mes puso de rodillas a los productores y traficantes, aunque a final de cuentas China perdió la guerra y millones de chinos también. 

Finalmente otro hecho da corolario a esta similitud con China, Lin Zexu envió una carta a la reina Victoria advirtiéndole del daño que causaría el consumo del opio a millones de Chinos, ofreciéndole en cambio otras alternativas de comercio, pero principalmente, le cuestiona la doble moral inglesa, quien por un lado introduce el opio y su consumo en China y por otro decreta leyes duras para su prohibición en Inglaterra. Misma actitud cínica de los Estados Unidos quienes cuestionan el papel de México frente a las drogas y ellos miran hacia otro lado frente a su responsabilidad en el consumo y en el tráfico de armas que proveen a los grupos delincuenciales.

El debate pues apenas empieza.

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