¿Confianza en la justicia?


Valentín Ramírez Llanes/ A propósito de la celebración del Encuentro Nacional de Empresarios de Coparmex 2015, con sede en esta cuidad de Chihuahua, con el lema: “Confianza en la Justicia, condición para la paz y el progreso democrático, justo es revisar a vuelo de pájaro, algunas situaciones de la justicia en la entidad, y la opinión del titular de la Fiscalía General de Justicia, que poco abona en las intenciones abiertas de los empresarios para realizar la función de crear empleos, promover la empresa en condiciones de tranquilidad y con plena confianza en la justicia.

Porque hablar y sostener opiniones solo en el discurso y en las buenas intenciones, sin tener el sustento real de lo que sucede sobre el particular, no tiene sentido, y seria como asistir a este tipo de foros nacionales, investidos por la presencia del primer mandatario del país, simplemente a recrear el tiempo.

Me refiero especialmente a la condición de confianza, entendida como la esperanza o creencia en que una persona, grupo o instutución será capaz de desarrolar de manera adecuada en una determinada situación, reforzada en lo inmediato en función de las acciones.

Confianza en la justicia como preámbulo esperanzador, factible de ser un hecho evidente, que permita poder vivir en paz y generar a partir de ahi condiciones desarrollo y progreso, que enriquezcan la vida democrática en Chihuahua.

Podremos hacer señalamientos y reforzar nuestra opinión con resultados actuales de la condición de violencia, que sigue terca en presentarse como una flagrante realidad en algunas partes de la entidad –no se diga el país- con responsabiliadd de los encargados de administrar y gestionar la justicia

Esta condición estremece cuando se trata de violencia contra los que representan en cierta forma a la justicia: nos referimos desde luego a los abogados, que a últimas fechas, y de manera recurrente, siguen siendo estadística en términos de asesinatos y ejecuciones que aglutinan al gremio de este tipo de profesionistas a levantar la voz y exigir justicia ante los que están obligados a preservar condiciones de confianza en la aplicación de la justicia.

Confianza en la justicia obliga a revisar la situación de violencia que afecta al gremio de los abogados, que se desdibuja luego de conocer la opinión del Fiscal General al ser cuestionado por los representantes de los medios de comunicación sobre el particular, a quienes les refirió que si de asesinatos de abogados se trata, deberían investigar el índice de crímenes de abogados sin solución, ejecutados en la administración anterior entre 2007 y 2012, periodo en el que se registra el mayor número de actos de violencia contra estos profesionistas, y nadie dice nada.

Todavía fue mas allá en la respuesta a los medios, señalando que no solo hay asesinatos de abogados, también los hay de médicos, ingenieros, periodistas y todo tipo de gremios, a manera de justificar que la mayoría de esos asesinatos se realizaron en la pasada administración y nunca fueron esclarecidos.

Aunque la pregunta era sobre el incremento de asesinatos de abogados, el fiscal simplemente se justificó diciendo que las estadísticas registran más de 100 homicidios de todos en ese periodoy nadie pregunta por eso, esto a propósito del último caso de ejecución violenta y frente a su casa de un abogado, que al parecer y por lo que se ve, se colgará el sello de la impunidad y el olvido como los otros profesionistas.

Con esta confianza en la justicia, poco podrán hacer los empresarios, que no sea reprobar este tipo de actitudes que se reflejan en el tratamiento de un asunto de violencia contra los abogados, no se diga si se cuestiona sobre los índices de violencia en la sierra Tarahumara donde familias completas huyen de sus lugares de origen ante el incremento de agresiones y ejecuciones contra familias completas. De Ayotzinapa mejor ni hablamos. Allá hay cero condiciones de confianza, mas bien miedo, temor, desconfianza en la justicia.

Confianza en la justicia cuando los encargados de aplicarla actúan con revanchismo político y lanzan las puyas de la culpa al pasado, sin tomar en cuenta la relevancia de solucionar los problemas que se presentan en el presente que siguen igual, sin solución.

Confianza en la justicia, cuando los caminos de esta bella dama se tuercen con nombramientos prefabricados de magistrados desde los escritorios del poder, sin tomar en cuenta méritos ganados en el ejercicio de la abogacía.

Confianza en la justicia cuando la justicia cotidiana es retardataria y no cumple con el precepto de ser rápida y menos pronta y expedita.

Confianza en la justicia cuando la corrupción aflora en el tratamiento de audiencias y juicios, no importa que sea orales en el marco del nuevo sistema de justicia penal acusatorio.

Confianza en la justicia, cuando el giro político y la recomendación es la tónica para dejar caer la espada de Damocles distorsionada en perjuicio de la esencia de esta virtud, que  busca dar a cada quien lo que a cada cual le pertenece y ser ese justo medio entre dos extremos.

Sin esta condición exigida, no habrá ni confianza, ni paz, menos progreso y desarrollo democrático, y la espada de Damocles seguirá pendiendo de una única crin de caballo sobre la cabeza de todos.

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