Siria, ¿el próximo campo de batalla de EEUU?
Mientras arrecia la batalla en la ciudad iraquí de Mosul entre la coalición de fuerzas iraquíes y estadounidenses y los milicianos del Estado Islámico (llamado ISIS en inglés) que ocupan esa urbe –y se agudiza el drama de la población civil atrapada allí entre los combates y bombardeos– otra ofensiva militar estaría por ser desatada con sustantiva participación de Estados Unidos.
El objetivo sería la capital del califato de ISIS: Raqqa, Siria.
De acuerdo a Newsweek, las fuerzas de la alianza de milicianos árabes y kurdos que luchan contra ISIS en Siria con apoyo de Estados Unidos y otros países estarían aproximándose a Raqqa, ciudad que habría ya sido blanco de fuertes bombardeos. Incluso el ministro de Defensa de Francia ha dicho que la batalla por el control de esa ciudad comenzará “en los próximos días”.
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Siria, ¿el próximo campo de batalla de EEUU?
Jesús Del Toro,Yahoo Noticias lun, abr 3 1:05 PM GMT-6
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Mientras arrecia la batalla en la ciudad iraquí de Mosul entre la coalición de fuerzas iraquíes y estadounidenses y los milicianos del Estado Islámico (llamado ISIS en inglés) que ocupan esa urbe –y se agudiza el drama de la población civil atrapada allí entre los combates y bombardeos– otra ofensiva militar estaría por ser desatada con sustantiva participación de Estados Unidos.
El objetivo sería la capital del califato de ISIS: Raqqa, Siria.
De acuerdo a Newsweek, las fuerzas de la alianza de milicianos árabes y kurdos que luchan contra ISIS en Siria con apoyo de Estados Unidos y otros países estarían aproximándose a Raqqa, ciudad que habría ya sido blanco de fuertes bombardeos. Incluso el ministro de Defensa de Francia ha dicho que la batalla por el control de esa ciudad comenzará “en los próximos días”.
Fuerzas del Estado Islámico desfilan en la ciudad siria de Raqqa, en una foto de fecha no determinada. (AP)
En ese combate participarían unos 500 militares estadounidenses y numerosos aviones de Estados Unidos, además de varios miles de milicianos árabes y kurdos. Frente a ellos habría una fuerza de ISIS al parecer menguada en combates y bombardeos previos, pero presumiblemente aguerrida y decidida a pelear hasta el final.
Así, la posibilidad de que militares estadounidenses entren en combate directo en el terreno contra ISIS en Raqqa, algo que no había sucedido a esa escala hasta ahora, es considerable y varias determinaciones del gobierno de Donald Trump así lo prefiguran.
Por ejemplo, las recientes declaraciones que Rex Tillerson, secretario de Estado, hizo en Turquía en el sentido de que el destino del presidente de Siria Bashar al Assad “será decidido por el pueblo sirio” es relevante pues, como indicó la televisora CBS, esa frase sugiere un giro en la política de Washington hacia Damasco. Hasta ahora, la posición de EEUU era que Assad debía irse, y esa premisa contrasta severamente con la de Rusia, que ha apoyado al presidente sirio y cuyas fuerzas han machacado poderosamente a los rebeldes opuestos al régimen y no tanto a ISIS, que aún controla una porción importante de Siria.
La propia embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, dijo a la prensa que “uno elige sus batallas” y por eso la prioridad ya no sería la salida de Assad.
¿Tiene la posición de Tillerson y Haley una relación con una eventual acción directa estadounidense en el campo de batalla en Raqqa, al retirar de la mesa el futuro de Assad, uno de los puntos de conflicto entre Washington y Moscú?
Por lo pronto, algunos han puesto la posible intención del gobierno de Trump de escalar sus operaciones militares sobre el terreno de Siria en un contexto más amplio. El presidente ha sido enfático en que busca el fin de ISIS y que en ello, como dijo desde su campaña, no tiene empacho en coordinarse con Rusia. La presencia de esos 500 soldados estadounidenses cerca de Raqqa y la posición esbozada por Tillerson y Haley podría ser parte de ello.
Pero el senador demócrata Chris Murphy afirmó, en un artículo en The Huffington Post que el despliegue “sin ninguna notificación oficial” de esos soldados estadounidenses implica un riesgo de catástrofe para Estados Unidos y el Medio Oriente pues podrían repetirse los errores de Irak.
Murphy afirma que aunque se ha indicado que esa presencia militar tiene que ver con una ofensiva contra Raqqa, el gobierno de Trump debe clarificar si el despliegue estadounidense se terminaría una vez se arrebate esa ciudad a ISIS o si se prolongaría más allá, lo que podría traducirse en bajas estadounidenses considerables y nuevos conflictos entre las múltiples partes implicadas en la coalición, el régimen y los países que apoyan a unos u otros.
Así, mientras parece que Trump estaría decidido a actuar de modo mucho más agresivo en la lucha contra ISIS, escalando incluso la presencia y actividad en combate de las fuerzas estadounidenses en Siria e Irak, varias posibles rutas se abren para tratar de pacificar y estabilizar la región. Como se comenta en Foreign Policy, derrotar a ISIS es sólo una parte, pues Washington deberá también lidiar con los intereses de Moscú e Irán, además de ofrecer asistencia importante a una devastada Siria, donde Assad sigue en el poder. Turquía, los kurdos y grupos como Hezbollah también son actores de peso en la fragmentada escena siria, donde Jordania e Israel tienen también un papel.
Pero en todo caso una coordinación entre Washington y Moscú sería clave en todo arreglo para Siria, así sea para mantener las esferas fragmentadas de influencia presentes, máxime si como parece la salida de Assad ya no sería un requisito imperativo.
¿Tiene la administración actual, que se ha tambaleado con fracasos en política interna como el doble bloqueo a sus órdenes ejecutivas que prohíben temporalmente el viaje desde ciertos países musulmanes, que fracasó en lograr consenso en su propio partido para avanzar una reforma de salud y que está en medio de una tormenta por la investigación entre posibles nexos entre la campaña de Trump y fuerzas rusas, tener la capacidad y el impulso para abordar un arreglo tan complejo como el de Siria?
No hay respuesta aún para tal interrogante, pero lo que parece previsible es que la guerra en Siria seguirá candente y trágica y que toda solución requiere, además del poder militar, enormes dosis de liderazgo y negociación.
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