Unión Ciudadana: esto no lo para nadie



Jaime García Chávez

Hace muchos años escuché una sencilla frase que me marcó para siempre: para ser revolucionario en México, sólo se necesita ser honrado.

La honradez es subversiva en un país como el nuestro, poseído por la corrupción. No salimos de la postración y la decadencia porque hemos padecido el pacto permanente de los gobernantes para saquear impunemente el patrimonio de la sociedad. Es una añeja historia: de un sistema de política corrompida, pasamos a otro de corrupción política; de un sistema que se caracterizó por la política con corrupción, se pasó a la corrupción política como sistema.

Vivimos un momento histórico en Chihuahua: el reencuentro de sus ciudadanos, hombres y mujeres de todas partes. Una abigarrada pluralidad que recorre transversalmente toda la sociedad. Aquí estamos lo que somos como pueblo, en esta tierra del norte del país, pero, sobre todo, lo que queremos ser. Me siento emocionado por la comunión presente con los viejos amigos, compañeros de muchas batallas. Aquí hay una gran convergencia, y más que preguntarnos de dónde venimos, en esta hora de dura crisis social y política, debemos contestarnos hacia dónde vamos en una lucha contra una tiranía que nos quiso aplastar con la divisa de que ‘el poder es para poder’ y se desentendió de nuestros derechos, de la Constitución y su división de poderes y del más elemental trato respetuoso con la gente. Una tiranía soberbia, autoritaria, despótica que jamás hemos merecido los chihuahuenses.

Venimos a decirle al tirano, para que se oiga hasta el último rincón de nuestra tierra, que sus días han terminado, que hoy empieza el ciclo de nuestra libertad. Si todavía hay hospedaje para el temor en esta lucha, no tengo menos que recordar lo que le dijo Hidalgo a los insurgentes: guarden ese miedo en su alforja, la tarea que tenemos enfrente requiere mucho talento, pero sobre todo denodada valentía; ser osados, sin olvidar que tenemos la enorme fuerza del número y, sobre todo, la razón y la justicia.

El pasado 23 de septiembre trabamos una triple apuesta:

Primera. Interponer ante las autoridades una sólida denuncia de hechos con un denominador común: la corrupción política existente en el gobierno del estado. El rostro de esa corrupción es César Duarte y también el de sus cómplices, Jaime Herrera y Carlos Hermosillo.

Segunda. Se trata de una apuesta por el Derecho que lleva consigo una prueba para las instituciones encargadas de hacerla realidad.

Tercera. Apelar directamente al pueblo, al cuerpo político, creando Unión Ciudadana como un vigoroso brazo cívico para poner un hasta aquí al Estado clandestino y los poderes ocultos que encabeza César Duarte para apropiarse de la cosa pública y el patrimonio de los chihuahuenses.

La sola presentación de la denuncia obró como disolvente del miedo y Chihuahua respiró porque había iniciado el fin del miedo; la sociedad se puso en movimiento, compaginándose con el parteaguas nacional que arrancó con la desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa. Nos dimos cuenta, de bulto, que ya nada podía ser igual, que había que hacer pedazos el pacto de impunidad de la clase política que tiene postrado a México y Chihuahua.

Y aquí nos encontramos, aquí nos estrechamos las manos, nos abrazamos y contenemos una energía enorme que muy pronto rendirá sus frutos.

¿Qué hay de nuestra denuncia? Lo decimos enfáticamente: César Duarte y sus cómplices están bajo investigación penal; se integra en su contra una minuciosa investigación para que responda de dónde obtuvo 65 millones de pesos para apoderarse del Banco Progreso, el por qué de los 80 mil millones de pesos, que abusando de sus facultades, ha depositado en el banco del que es socio dominante, disponiéndose a la vez el despliegue de los mecanismos de inteligencia financiera para seguir la ruta del dinero negro, corrupto y corruptor, y muy especialmente para que nos diga por qué el patrimonio de los chihuahuenses fue dado en depósito en una endeble institución de crédito.

No es poca cosa. Pero tampoco crean que soy ingenuo: todo lo que logremos con la investigación será producto del esfuerzo de ustedes, que están aquí y de los que nos acompañan desde sus localidades, poniendo su granito de arena. Me queda claro, y así se los comparto: una clase política como la que padecemos en Chihuahua nunca entregará el poder al pueblo a menos que se vea obligada a hacerlo por una abrumadora presión, para lo cual debemos poner todas las capacidades y energías de la ciudadanía, hasta hace muy poco desamparada pero que ahora se lanza a la batalla en contra de las fortalezas del gobierno corrupto y corruptor de César Duarte.

El expediente que contiene la averiguación previa transpira en los delitos de peculado, enriquecimiento ilícito, ejercicio abusivo de funciones y uso indebido de atribuciones y facultades. Entre todos lo convertiremos en acción penal, en fincamiento de responsabilidades, en castigo a quienes nos han defraudado.

Estoy optimista porque vamos a ganar, porque hemos creado las condiciones para que la exigencia fructifique, porque reclamamos que la rendición de cuentas claras sea una práctica permanente, porque queremos escrutinio completo a los servidores públicos, para que no confundan el ejercicio de los derechos y la disidencia legítima con la comisión de delitos. Tras la frase duartista de que ‘si no le tuvo miedo a los sicarios, menos a los chismosos’, se esconde la estéril ida de cubrirnos con el manto de la delincuencia que sólo a ellos ha cubierto, porque nosotros tenemos las manos y el corazón limpios.

Nos han respondido con discursos construidos para la represión y que corresponden a épocas pasadas. Nos han calificado de homologables al crimen, ambiciosos, decrépitos, enfermos, logreros y chismosos, pero nunca nos han dicho que carecemos de razón y esa es nuestra fortaleza para estar hoy aquí y de pie, ejercitando los derechos que nos da la Constitución y que el tirano ilusamente nos regatea. Han envilecido a las universidades, han preconizado sus privilegios, han caído en el conflicto de intereses. En sentido contrario a ese ruido y vociferación de los poderosos, en la calle se nos apoya, se nos distingue, se nos alienta y se nos reconoce la valentía y la entereza para encarar al déspota. Ahí, en la calle, nos hemos dado cuenta que tenemos músculo para superarlos. Les vamos a demostrar que la escalera de la corrupción se barre de arriba para abajo y que el procedimiento que ellos proponen ahora se intenta precisamente al revés. Hoy crujió el gobierno al golpe de la inconformidad de los trabajadores del estado y la Fiscalía.

Que nadie se llame a engaño. Estas luchas las puede iniciar una mujer o un hombre en lo individual, pero sólo se puede alcanzar su mejor sentido, y sobre todo el triunfo, con la participación de todas y todos.

Por eso hemos llamado al actor olvidado de la política mexicana: los ciudadanos, ustedes.

Esta es una lucha alegre, esperanzadora, feliz y enérgica. Al cabo de muchos años México despertó en la fuerza de sus jóvenes y nada promete más que la nueva generación venga empujando, desplegando las banderas de que México puede ser otro, de que Chihuahua puede ser otro, de que podemos y debemos superar este duro trance para sepultar, para siempre, la corrupción que alimenta al poder autoritario y despótico. Preparemos la tumba de la tiranía.

¡Abajo Duarte! ¡Castigo ejemplar! ¡Esto no lo para nadie! ¡Esto no lo para nadie!

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