AQUÍ EMPEZÓ TODO Y NO EN CHICAGO.
Oder Yemal Santana
En 1796 se inició el proyecto socialista más importante a mi manera de ver, la Comuna New Lannark, reconocida por muchos como un símbolo del socialismo utópico, lo cierto es que nada hoy en día es más vivido y palpable que las reformas sociales y laborales que introdujo Robert Owen. En Chicago murieron muchos trabajadores un 1 de Mayo luchando por una jornada de ocho horas, pero muchos desconocen o sólo ignoran producto de una enseñanza selectiva, que ese beneficio como muchos otros se deben en realidad a Owen, que sin ser necesariamente el ideólogo de muchas de sus reformas fue quien puso la sensibilidad y la voluntad para llevarlas a cabo. Si algo debe ejemplificar al trabajo como expresión de la moral y el espíritu humano es el sueño Oweniano.
Owen fue un precursor del “managment”, su visión empresarial donde la cooperativa era el hilo conductor, y donde la visión y expectativa del trabajo tenía un fondo y una sustancia eminentemente moral, son hoy dignos de estudio en muchas Universidades Estadounidenses; la perfectibilidad del ser humano mediante la educación y el mejoramiento del entorno, expresado en la calidad de vida de los empleados, son una de esas sustancias, además esto como la producción misma representaban en New Lannark un incentivo mayor que el propio salario. Owen introdujo la semana inglesa y la jornada de ocho horas, cuando en otros lugares eso era impensable, además llevo a la práctica el primer seguro de desempleo al pagarle integro su salario a todos sus trabajadores luego de que la fábrica tuvo que dejar de producir por un largo tiempo, cuando Estados Unidos suspendió la venta de textiles a Inglaterra siendo New Lannark la más afectada. También algunas de sus políticas resultan polémicas en nuestros días, tal es el caso del trabajo infantil. Owen nunca normo que los niños trabajaran, sólo dio por un hecho que esto existía en casi todo el mundo conocido por él, y en todo caso propugnó porque estos tuvieran las mayores ventajas de acuerdo a su edad, y por ello no aceptó que ningún niño menor a doce años se incorporara a la producción, y que ninguno trabajara más de siete horas al día, y que todos gozaran de su día de descanso obligado en el cual podían realizar cualquier actividad propia de su edad. Los menores asistirían a la escuela e incluso los que laboraran podían hacerlo en sus tiempos libres; lo cuestionable en todo caso era que este veía a los niños como pequeños obreros y no como niños, y buscaba al igual que lo hacía con los otros trabajadores, darles las mayores ventajas posibles, de hecho en New Lannark eran pocos los que no trabajaban, sólo los niños pequeños, los ancianos y algunas mujeres; sobre estas, cabe decir que tenían los mismos derechos que los hombres y en algunos casos hasta se sabe que laboraban en empresas típicamente masculinas. Ciertamente no era un intelectual como lo fustigaba Engels, y en muchos sentidos era acreedor del estigma de Utopista impuesto por Marx, incluso gente cercana a él aseguraba que era un tipo “imposible”, de una sola idea. No obstante Owen era un genio de la empresa y de ondas y auténticas preocupaciones sociales; tenía la suficiente sensibilidad, al menos la que hacía falta, para llevar a cabo una verdadera revolución proletaria, algo que nunca entendieron ni Marx ni Engels, quienes en muchos sentidos se distanciaban del propio proletariado y lo veían como en un aparador; Owen por otro lado era él mismo un líder de empresa y un proletario que conocía y sentía cada parte del proceso productivo y de su experimento social.
Robert Owen tenía ideas muy avanzadas para su época sobre la educación y tropezó con la visión convencional de la enseñanza que tenían sus socios quienes condicionaban su participación en la empresa a que en ella se les enseñara a los niños una educación Cristiana y apegada a la moral tradicional, mientras que Owen estaba en contra de esto, consideraba que la educación debía ser natural y espontánea, pero sobre todo insistía en que el "prejuicio religioso" era el origen de todos los males. Para algunos estudiosos de su biografía, este fue uno de los puntos que empezaron a dificultar su relación con los socios entre los que se encontraba ni más ni menos que John Walker, uno de los más poderosos de Inglaterra.
New Lannark sobrevivió por más de 100 años, de los cuales solo 30 estuvieron bajo el liderazgo de Owen, pero incluso los nuevos propietarios mantuvieron la visión empresarial y progresista de éste, al grado de que para la segunda mitad del siglo XVIII los dueños hicieron grandes reformas técnicas en la comunidad, en las casas de los obreros y en la estética propia de la comuna. Después de Owen se mantuvieron todas y cada una de las reformas laborales y sociales hasta que finalmente New Lannark desapareció a principios de 1900.
Lo triste es que desde la perspectiva socialista, o de algunos comunistas de línea pura, o marxistas ortodoxos, la experiencia utópica de Owen sigue siendo utópica y peor aún, la consideran una experiencia fallida. Su apelación a los buenos sentimientos de la clase pudiente lo convirtió en un NO GRATO para los comunistas, pero lo que hoy en día le da vigencia entre los capitalistas es su ejemplo de organizador de las unidades productivas, algo que los marxistas nunca pudieron conseguir, y la ironía es que sean precisamente mentes capitalistas quienes hoy mismo consideran como exitoso el experimento Owenista, e incluso para estos muchas de sus ideas son hoy en día más vigentes que nunca, mientras tanto seguiremos reivindicando el trabajo el 1º de Mayo ignorando todo aquello que lo antecedió y le dio significancia.
En 1796 se inició el proyecto socialista más importante a mi manera de ver, la Comuna New Lannark, reconocida por muchos como un símbolo del socialismo utópico, lo cierto es que nada hoy en día es más vivido y palpable que las reformas sociales y laborales que introdujo Robert Owen. En Chicago murieron muchos trabajadores un 1 de Mayo luchando por una jornada de ocho horas, pero muchos desconocen o sólo ignoran producto de una enseñanza selectiva, que ese beneficio como muchos otros se deben en realidad a Owen, que sin ser necesariamente el ideólogo de muchas de sus reformas fue quien puso la sensibilidad y la voluntad para llevarlas a cabo. Si algo debe ejemplificar al trabajo como expresión de la moral y el espíritu humano es el sueño Oweniano.
Owen fue un precursor del “managment”, su visión empresarial donde la cooperativa era el hilo conductor, y donde la visión y expectativa del trabajo tenía un fondo y una sustancia eminentemente moral, son hoy dignos de estudio en muchas Universidades Estadounidenses; la perfectibilidad del ser humano mediante la educación y el mejoramiento del entorno, expresado en la calidad de vida de los empleados, son una de esas sustancias, además esto como la producción misma representaban en New Lannark un incentivo mayor que el propio salario. Owen introdujo la semana inglesa y la jornada de ocho horas, cuando en otros lugares eso era impensable, además llevo a la práctica el primer seguro de desempleo al pagarle integro su salario a todos sus trabajadores luego de que la fábrica tuvo que dejar de producir por un largo tiempo, cuando Estados Unidos suspendió la venta de textiles a Inglaterra siendo New Lannark la más afectada. También algunas de sus políticas resultan polémicas en nuestros días, tal es el caso del trabajo infantil. Owen nunca normo que los niños trabajaran, sólo dio por un hecho que esto existía en casi todo el mundo conocido por él, y en todo caso propugnó porque estos tuvieran las mayores ventajas de acuerdo a su edad, y por ello no aceptó que ningún niño menor a doce años se incorporara a la producción, y que ninguno trabajara más de siete horas al día, y que todos gozaran de su día de descanso obligado en el cual podían realizar cualquier actividad propia de su edad. Los menores asistirían a la escuela e incluso los que laboraran podían hacerlo en sus tiempos libres; lo cuestionable en todo caso era que este veía a los niños como pequeños obreros y no como niños, y buscaba al igual que lo hacía con los otros trabajadores, darles las mayores ventajas posibles, de hecho en New Lannark eran pocos los que no trabajaban, sólo los niños pequeños, los ancianos y algunas mujeres; sobre estas, cabe decir que tenían los mismos derechos que los hombres y en algunos casos hasta se sabe que laboraban en empresas típicamente masculinas. Ciertamente no era un intelectual como lo fustigaba Engels, y en muchos sentidos era acreedor del estigma de Utopista impuesto por Marx, incluso gente cercana a él aseguraba que era un tipo “imposible”, de una sola idea. No obstante Owen era un genio de la empresa y de ondas y auténticas preocupaciones sociales; tenía la suficiente sensibilidad, al menos la que hacía falta, para llevar a cabo una verdadera revolución proletaria, algo que nunca entendieron ni Marx ni Engels, quienes en muchos sentidos se distanciaban del propio proletariado y lo veían como en un aparador; Owen por otro lado era él mismo un líder de empresa y un proletario que conocía y sentía cada parte del proceso productivo y de su experimento social.
Robert Owen tenía ideas muy avanzadas para su época sobre la educación y tropezó con la visión convencional de la enseñanza que tenían sus socios quienes condicionaban su participación en la empresa a que en ella se les enseñara a los niños una educación Cristiana y apegada a la moral tradicional, mientras que Owen estaba en contra de esto, consideraba que la educación debía ser natural y espontánea, pero sobre todo insistía en que el "prejuicio religioso" era el origen de todos los males. Para algunos estudiosos de su biografía, este fue uno de los puntos que empezaron a dificultar su relación con los socios entre los que se encontraba ni más ni menos que John Walker, uno de los más poderosos de Inglaterra.
New Lannark sobrevivió por más de 100 años, de los cuales solo 30 estuvieron bajo el liderazgo de Owen, pero incluso los nuevos propietarios mantuvieron la visión empresarial y progresista de éste, al grado de que para la segunda mitad del siglo XVIII los dueños hicieron grandes reformas técnicas en la comunidad, en las casas de los obreros y en la estética propia de la comuna. Después de Owen se mantuvieron todas y cada una de las reformas laborales y sociales hasta que finalmente New Lannark desapareció a principios de 1900.
Lo triste es que desde la perspectiva socialista, o de algunos comunistas de línea pura, o marxistas ortodoxos, la experiencia utópica de Owen sigue siendo utópica y peor aún, la consideran una experiencia fallida. Su apelación a los buenos sentimientos de la clase pudiente lo convirtió en un NO GRATO para los comunistas, pero lo que hoy en día le da vigencia entre los capitalistas es su ejemplo de organizador de las unidades productivas, algo que los marxistas nunca pudieron conseguir, y la ironía es que sean precisamente mentes capitalistas quienes hoy mismo consideran como exitoso el experimento Owenista, e incluso para estos muchas de sus ideas son hoy en día más vigentes que nunca, mientras tanto seguiremos reivindicando el trabajo el 1º de Mayo ignorando todo aquello que lo antecedió y le dio significancia.
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