¡Esto no es represión, es el Imperio de la Ley… o lo que es lo mismo "El Estado soy yo"!
Aquí y Ahora / Oder Yemal Santana
Una mujer mayor intentaba convencer con simples pero no menos validos argumentos a funcionarios de gobierno. Un joven que luego sería detenido expresaba a gritos: mezcla de ira y llanto, su decepción por MEXICO: "México es una chingadera...las autoridades son una mierda".
Una mujer mayor intentaba convencer con simples pero no menos validos argumentos a funcionarios de gobierno. Un joven que luego sería detenido expresaba a gritos: mezcla de ira y llanto, su decepción por MEXICO: "México es una chingadera...las autoridades son una mierda".
Un chofer iracundo defendía a sus
patrones, argumentando que todos éramos unos escandalosos, que la cosa no era
tan grave, que pronto todo volvería a la normalidad, mientras varios ciudadanos ofendidos amenazaban con
bajarlo del camión. Otra mujer con su niño en brazos le pedía a los
funcionarios quienes indolentes dialogaban entre sí, como si los ahí presentes
no mereciéramos su atención, que llevaba dos horas esperando un camión, que
resolvieran el problema. Los funcionarios por su parte ante la airada protesta
se limitaban a expresar que nos debíamos retirar de la calle, que esta era
pública, "pobre concepto de lo público". Con la cerrazón que caracteriza
a este gobierno, una vez más se opone la arbitrariedad, el abuso del poder y la
intolerancia, a la razón, que como en esta ocasión se expresa con la claridad
del agua, con la nitidez que encerraban las palabras de un anciano, que a mi
lado, durante minutos permaneció expectante y callado hasta que su sangre no
pudo contenerse, y entonces explotó: su rostro se transfiguró y sus ojos se
tiñeron de rojo, grito su coraje pero también su decepción; su instinto dormido
se despertó, su voz tomo una gravedad que aún sigo escuchando en mi cabeza:
¡Viva México, Muera el Vivebus, Muera Duarte!
Raymundo Romero saldría luego a declarar que se impuso la ley, amparándose quizá en el agrio concepto del “Imperio de la Ley” utilizado por los oligarcas y los dictadores para hacer su voluntad, bajo la consigna de“el Estado soy yo”, pero desconociendo, tal vez por libre elección, por el dogma priista de quien ha gobernado al país por décadas, que el imperio de la ley tiene otra definición, menos conveniente pero unos y a veces muy ambiciosa para otros, que es el de un acicate al abuso del poder, una oposición a las arbitrariedades y una justificación revolucionaria contra las tiranías.
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