2018 no se llama AMLO, se llama PRI
La elección del año 2000 se llamó “sacar al PRI de Los Pinos”, la de 2006 se llamó “AMLO, el peligro para México”, la de 2012 fue “no dejar que regrese el PRI”. No estoy muy segura cómo se llamará la de 2018. No creo que este año el centro sea de nuevo AMLO. Y si lo es, lo será por descarte. Seguramente, la elección del próximo año se volverá a llamar “sacar al PRI de Los Pinos”, como hace diecisiete años.
“Bauticemos el reto como cada ciudadano quiera, pero la verdad es que estamos enfrentando al populismo de López Obrador y de Morena. Las consecuencias son para nuestra generación y las generaciones por venir...”, me dijo ayer Enrique Ochoa Reza, el dirigente nacional del PRI en entrevista en Imagen Televisión, cuando le expuse esta idea. Por su respuesta, noto que para el tricolor sí se llama “No dejar que llegue AMLO”, retomando esa ya caduca idea del “peligro para México”. Tal vez por pudor no reciclan esa frase del PAN de 2006, y es que no podemos decir que durante estos últimos años, el peligro no haya sido una constante en el ambiente nacional, basta mirar y darle una relectura a lo escrito en este espacio en los días anteriores.
Si bien López Obrador es el favorito en las encuestas para la elección del próximo año, su triunfo va a depender de lo mal que lo hagan el resto de los partidos y adversarios. De El Peje ya lo sabemos, si no todo, sí al menos lo suficiente como para conocer cuáles son sus fortalezas y debilidades. No habrá nada nuevo. Hace un par de semanas, en la entrevista que le hizo mi querido Ciro Gómez Leyva, el presidente de Morena no logró dar una sola respuesta que apuntara al proyecto de nación que hará que todos los males desaparezcan como por arte de magia, con pactos de palabra, de honradez. Lo que ha dicho desde que fue candidato presidencial por primera vez en 2006. A AMLO ya le conocemos sus bondades (que yo misma he reconocido) y sus defectos (que lo han llevado a la derrota en dos ocasiones), no hay sorpresas. El detalle está en qué ofrecerán quienes estén, oficialmente, en la contienda por la Presidencia.
“Sacar al PRI de Los Pinos” puede convertirse, sin duda, en el eje rector de la contienda. Por eso es que hay tantos apuntados o apuntándose en otros partidos, por eso es que no hay un personaje perfilado al interior del tricolor que nos dé una señal de quién podría estar en la boleta. Por eso, incluso, hasta en el ala independiente están optando por cerrar filas. En Presidencia no pueden decir que gozan de la mejor popularidad. En el PRI mexiquense no pueden decir que la elección del 4 de junio la tienen en la bolsa, su campaña se basa más en los ataques a Delfina Gómez, la candidata de López Obrador, que en la propuesta. Ayer, el mismo Enrique Ochoa dedicó varios minutos de la entrevista que le hice, a la morenista y exalcaldesa de Texcoco.
Andrés Manuel volvió a recuperar su terreno largamente perdido por los yerros que ha tenido el gobierno priista, mismos que arrastró durante los poco más de 70 años que estuvo previamente en el poder, previo a la alternancia, y de los que no se ha podido zafar durante estos años que van el sexenio de Enrique Peña Nieto. Le pusieron la mesa, diríamos. De la misma forma en que en 2006 y en 2012, muchos votaron por Calderón y EPN, respectivamente, para impedir la llegada de López Obrador a Los Pinos, el PRI parece estar en ése, precisamente ese mismo lugar, el del blanco de las tripas ciudadanas. Falta poquito más de un año para la elección y no veo manera de que esto cambie. Aunque las encuestas digan una cosa, la realidad es que la contienda del próximo año no la definirá el puntero, sino el responsable de que éste se encuentre en ese lugar. Y ese responsable, el que solito se metió el pie en los últimos cuatro años, fue exclusivamente el PRI.
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