Y ENTONCES... ¿QUÉ LES QUEDA A LOS JODIDOS?
Manuel Arias Delgado
Te vi y te escuché. Llevabas traje impecable y caro. Estabas en el podium de madera fina y de cristal grabado donde tenías las hojas que ibas leyendo. Dabas consejos para una buena conducta. Fustigabas a los jodidos que obstruyen las calles con sus protestas, a los maestros que enseñan con el ejemplo la defensa de la dignidad. Condenabas la ingrata e incomprensiva actitud de los que se organizan para pedir mejor calidad de vida.
Hiciste un recuento de los que, desesperados, intentan defender su vida y su patrimonio, defensa que el Estado omiso no proporciona.
Seguro que olías a Lavanda costosa, a diferencia del olor que despiden los cuerpos sudados de los que trabajan y los que caminan por las calles buscando su felicidad y la de sus hijos.
Pero antes de subirte al escenario y posarte frente a las cámaras, ya habías indicado a tus lacayos que dispararan a los grupos que no entienden la ventaja de la obediencia y de la disciplina que tú deseas.
Antes de pontificar con tus sermones ya habías difamado y calumniado, a través de los medios que ahora te filman, a todos los que no están conformes con el estado de cosas que tú has diseñado.
Y qué les queda a quienes no tienen ahora el poder de la fuerza pero sí de la verdad?
Qué les queda a los que, por no estar al alcance de tus balas, los has matado con bajos salarios?
Qué les queda a los perseguidos y acosados por la justicia que has implementado?
Les queda el número a su favor. No los puedes matar a todos. Son muchos y son el sustento y explicación de tu riqueza.
Les quedan sus poemas y canciones cuyos exponentes han cumplido con haber cantado el dolor de sus hermanos. Ahí están Manuel Bandera con sus "Niños carboneros", Alvaro Yunque con su " Elegía por cincuenta toneladas de patatas", Ilya Ehrengurg con su "Mayo, 1945". Entre muchos más.
Les quedan sus pintores como Edvar Munch con " El grito", como Picasso con su "Guernica", como Siqueiros con " Un mitin obrero" o "Retrato de la Burguesía".
Les sigue quedando la ironía de sus moneros, la valentía de sus pocos periodistas comprometidos con la verdad.
Les sigue quedando el tiempo que, históricamente es más largo que tú limitada existencia como clase.
Les sigue quedando las calles, y las urnas y las redes sociales, hasta que te bajen de tu podium, que más que eso parece pedestal.
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