El qué y para qué del voto nulo

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Oder Yemal Santana .- Hemos escuchado hasta el hartazgo diferentes discursos y llamadas desesperadas, tanto de las instituciones como de personas: ciudadanas y ciudadanos simples, intelectuales, artistas y hasta de la propia Iglesia, que lo mejor para nuestra democracia y para mostrar nuestro descontento es salir a votar. No menos hemos escuchado que el anular el voto o no votar, “beneficia al PRI”. Con denostación los provoto señalan a los anulistas como traidores, priistas disfrazados, ignorantes y otras linduras, lo cual es lógico en un país donde priva la ignorancia, el dogma, la movilidad inoperante, el costumbrismo y la casi total ausencia y expresión de la sociedad civil, salvo contadas excepciones, donde esta sale a la palestra y enseguida es aniquilada, o por el Estado o por vividores que se apoderan de ella, la acogen y la suman a su causa, deslegitimándola y volviéndola una más de la estructura de “La lucha social institucional”.
Este escrito no tiene el objetivo de desmitificar o de promover el voto nulo, sólo es, y con ello pretendo contribuir a la supuesta democracia, otro punto de vista diferente ¿Qué tanto? Pues eso depende de cada quien, habrá a quien le suene “más con lo mismo”, pero confío en que haya por ahí más de uno a quien le sirva para modelar una INTENCIÓN para su voto, y que éste no sea sólo una acción más: mecánica, voluntaria pero insulsa y simplista.
El Voto nulo, dentro de la legislación electoral, hecha por los partidos grandes, si beneficia al PRI, pero no sólo a este, beneficia a los partidos grandes que en México son cuatro: PRI;PAN, PRD y PVEM y ahora en estas elecciones se espera que beneficie a un quinto: Morena. Según esta ley los votos nulos y no ejercidos, constituyen una fracción del 100 por ciento, y ahí gráficamente se puede lanzar una bofetada a los partidos haciéndoles ver el descontento social con su gestión, aunque yo soy de los que piensa que al villano no se le castiga retirándole el saludo, si sirve para evidenciar el fracaso del modelo democrático que es nuestra proyección hacia el mundo. El asunto es que posteriormente, esa fracción (la de los anulistas) desaparece, y entonces con lo que queda, se forma otro 100 por ciento, es decir, los partidos aumentan su votación y con ello tendrán más diputados y senadores, lo cual al país le sirve exactamente para lo mismo, ¡Para nada!
Por otro lado, sirve para eliminar la carga de partidos pequeños que son como hematófagos, que sólo se alimentan del erario y tradicionalmente –como se ve claramente en esta elección- sirven como satélites del PRI. Si algún partido pequeño vale la pena, logrará llegar al electorado, conectar con él, y eso deberá ser suficiente para alcanzar los votos necesarios para adquirir vida propia. En tal caso no habrá perdida y la ciudadanía ganará.
Las tesis aquellas con las que se decía, que los votos nulos se transferían al PRI automáticamente, si una vez fueron ciertas, ¡Y lo eran! Al menos en el sentido de que hasta los muertos votaban, ya son anacrónicas y faltas de prueba. Yo al menos no veo como con los recursos de fiscalización y vigilancia actual se pueda hacer esto. Pero sigue siendo parte del folclor que genera la ignorancia.
En tal sentido ¿Para qué anular? Bueno pues, el fundamento es el mismo que el del voto: Hacer valer un derecho, ejercer nuestra voluntad, y por valores quizá no tanto políticos pero que son parte de nuestra naturaleza humana: por LA FE Y LA ESPERANZA EN ALGO MEJOR.
Al anularlo, se ejerce el derecho a emitir una opinión, recuperas: TU VOLUNTAD, TU INDIVIDUALIDAD Y TU DIGNIDAD, elementos estos que constituyen el corazón de LA SOCIEDAD CIVIL, esta que parece ausente, pero que sigue ahí, y debe ser recuperada, no mediante la movilización sistemática, sino mediante la salud ética individual: conciencia crítica, amor personal, valores familiares, vecinales, visión micro y macro de lo público, redignificación de la voz propia, de la acción individual. La Sociedad Civil no es la suma de sujetos, de inconformes y de afligidos, sino la conjunción de individualidades, de opiniones, de racionalidades y de voluntades.
El voto nulo no es castigo a los gobernantes, es un acto de introspección, de reconstrucción del organismo personal lascerado, de la redignificación de la ética y la moral como valores sociales pero de origen individual. Es pues, la RECONSTRUCCIÓN DE LA SOCIEDAD CIVIL, como la única vía legitima moral y ética del cambio.
EL 6 de junio llegará el candidato menos malo a la gubernatura y a las alcaldías, el Congreso local tendrá a lo mejor de lo peor para hacer las leyes que nos rigen, sucederá con nuestro voto o sin él. Unos culparan a los otros por el resultado, ambos, culparán a los anulistas y a la sociedad por no manifestarse, ¡les llamarán conformistas y mediocres! Esto sucederá porque es parte de la pseudo tradición democrática, cargada de dogmas, frustraciones y traumas.
Yo al menos espero salir victorioso en lo personal, participaré en el proceso –a mi modo- pero no cargare con la frustración en mi espalda, me sentiré libre y digno, y seguiré haciendo lo mío, lo que me toca, entonces, sólo entonces me sumaré a otros ¡muchos! como yo, y con suerte, algún día veamos emerger con fuerza a la Sociedad Civil que en otras épocas, construyó las bases recordables y conmemorables de la historia de este país.

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