El Papa en Juárez
Valentín Ramírez Llanes / Sobre la visita pastoral del vicario de Cristo a México, la pregunta obligada es, si habrá quedado algo de la semilla que dejó entre la feligresia y propia la grey sacerdotal que pueda ser motivo de verdadera transformación para gobernar la vida, no solo en materia eclesiástica, como sucedió con la llamada de atención a los obispos mexicanos, sino en la vida común de nosotros los mortales, y sobre todo en la actuación de los gobernantes que también fueron sarandeados.
Fue una visita enriquecedora que se caracterizó por una perspectiva social reivindicatoria dirigida sobre todo a grupos vulnerables y desfavorecidos de la sociedad que el evangelio privilegia sobre todo cuando son objeto de explotación, violación de derechos humanos y sufrimiento, al arrebatarles la tierras, la voluntad y aplastar su dignidad, aprovechándose de la ignorancia y la falta de oportunidades de trabajo.
Fue contundente en sus apreciaciones sobre la falta de oportunidad de los jóvenes para un desarrollo integral, que les permita mantenerse ocupados y productivos favorablemente, sin tener que recurrir, porque no hay alternativas, a los espacios que deja el crimen organizado, que según declaró posteriomente a su regreso en Roma, se respetó la tregua pactada entre grupos delictivos en la frontera, jovenes que agarran como carne de cañón para lograr sus propósitos brutales.
Para nadie es novedoso que el sistema carcelario es un nido de delicuentes que en lugar de rehabilitar a través de políticas de reincersión los hunde más en los vicios y corrupción, al grado de que son consideradas auténticas universidades del crimen.
Francisco, que se considera defensor a ultranza de los que están privados de su libertad por comisión de delitos, entró a la otrora mas peligrosa cárcel del mundo en Juárez, y convivió con ellos, claro todo prefabricado, incluyendo el discruso de la mujer que le tocó leer el escrito que le hicieron. El Papa les habló de la pena de obrar mal y tener que pagar sus faltas, muchas veces ante la falta de políticas públicas que se anticipen al delito, al señalar de manera firme que la seguridad y el órden no se logran encarcelando gente.
Considerada como una fuerte crítica al sistema sistema penitenciario, el Papa señaló con indice de fuego que el problema de la sociedad no se agota encarcelando, la seguridad y el orden no se logran metiendo a la cárcel a hombres y mujeres, palabras que fustigaron un sistema añejo en una sociedad que propicia el descarte de personas en condición de reos, fenómeno tan antiguo como actual, toda vez que no se trata de presumir prisiones de primer nivel, incluso certificadas, lo que según dijo el Papa Reformador, deja ver que entre mas cárceles se tengan, mas mal hablan de los gobiernos y de la sociedad de que se trate, que son un reflejo de la forma de vida que atosiga las relaciones humanas, como relaciones pervertidas y fuera de la ley.
Más preocupante debe ser para los gobiernos y la sociedad en su conjunto a través de representantes fieles y comprometidos, tratar de enderezar el entramado social, con el fin de darle prioridad a la condición humana, que propicie condiciones de desarrollo humano y social, promoviendo empleos dignos y bien pagados, porque no podemos dejar de reconocer que vivimos en un mundo donde el capital, el dinero, es un recurso material que pasa por encima de esa condición, que afecta de manera indignante a todo mundo, en especial a los más pobres y desvalidos, donde la indigencia se genera por la relación inequitativa entre los que poseen riqueza y los que sólo están allí, echados en el mundo, como reflejo de un fenómeno que forma parte de la triste realidad.
Como Papa, el Vicario de Cristo se remite a un concepto religioso que exige a los cristianos y a todo mundo, una conducta solidaria con los que menos tienen: la misericordia, como forma de solidarizarse con los relegados, apoyo a los descartados por la sociedad y los gobiernos, piadoso con los abandonados a su suerte, en una imágen de desequilibrio que refleja la injusticia y la condición de imperfección humana, que se incrementa por la ambición desmedida y la inclinación por mantener el yugo del poder encima de los desposeidos y del que se deje, en aras de la ganancia económica.
Las expectativas de la visita Francisco se cumplieron, luego de que en el terreno pastoral se logró el objetivo de sarandear la conciencia de todos los cristianos en la búsqueda de mejorar y poner en práctica señalamientos importantes como vivir una vida de acuerdo a los preceptos de la religión católica y buscar en serio ser mejores personas, mas sencillas y solidarias con el prójimo, evitando insidir en la llamada cultura del descarte muy común entre los mortales, que discrimina y atenta contra la condición humana, al anteponer el exceso de buscar hacer fuertes solo los intereses materiales y económicos sobre los valores y una relación humana obligada.
Fue claro, no dijo todo, no develó sobre los grandes problemas del país, no venía a eso, su visita era pastoral, argumentan algunos, luego de que a su llegada a Roma contestó preguntas sobre temas que no trató en su vista a Ciudad Juárez, como fue la omisión del caso emblemático de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, justificando que por pleitos internos de esa agrupación no los recibió, al igual que victimas de desapariciones forzadas, los feminicidios, secuestros, familiares de víctimas a los que les ofreció la misa como espacio para estar presentes en esa visita.
Finalmente soltó la noticia bomba al declarar que los grupos delictivos del crimen organizado en Ciudad Juárez, pactaron una tregua mientras duraba su visita, en reconocimiento tácito de que la violencia no ha desparecido totalmente de la frontera como la quieren hacer aparecer oficialmente, lo dijo halla, en Roma, no acá, en Ciudad Juárez.
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